La Habana.- UNA INYECCIÓN mal suministrada en su brazo derecho, hace más de un lustro, provocó la amputación por encima del codo y el inicio de una etapa diferente en la vida. Bien lo sabe y cuenta Adrián García Rodríguez, el protagonista de esta sentida historia…
«Soy derecho de nacimiento y he tenido que aprender a hacerlo todo con la zurda. Gracias al parataekwondo volví a la vida. Me ha dado tanto que hoy estoy aspirando a asistir a los Juegos Paralímpicos de Tokio».
Así, con marcada naturalidad, inició el diálogo de JIT con el espigado joven villaclareño de 1,85 metros de estatura y 31 años de edad, quien se reconoce entre los agradecidos a la Revolución y su movimiento deportivo.
Había practicado otros deportes, como el atletismo, pero nada serio. Fue el entrenador Armando Pérez, en su natal Quemado de Güines, quien lo inició en el arte marcial coreano introducido en Cuba hace más de tres décadas.
«No sabía distinguir entre karate y taekwondo, pero me adentré en ese mundo hasta enamorarme. El nacimiento de mi hijo hace casi dos meses, y el deporte, representan lo mejor de mi vida», apuntó el cinta negra de los 75 kilogramos en la categoría K-44.
En la antesala de su casa en Santiago de las Vegas, Boyeros, bajo frondosos árboles, Adrián reveló pormenores que confirman su constancia y sacrificio, mientras su esposa Dayma Sánchez, el bebé Kylian y la suegra Gladys Armenteros observaban a distancia.
«Tomé interés cuando me convocaron a un evento nacional en Sagua la Grande. Comencé a prepararme con Humberto Ruiz, entrenador de Villa Clara, y pude pulir la técnica. Antes, en verdad, estaba como “de palo”», rememoró.
Después los acontecimientos se desarrollaron muy rápido. Tras ganar aquella lid se vio en la preselección élite para retos de envergadura como un clasificatorio en República Dominicana, donde consiguió cupo para los Parapanamericanos de Lima 2019.
Para más asombro, en la capital peruana se quedó con la medalla de plata en duelo contra el campeón mundial Juan Diego García, de México. Posteriormente estuvo en la eliminatoria paralímpica para Tokio 2020, celebrada en Costa Rica.
«Todos esos campeonatos internacionales me dejaron experiencias y lecciones inolvidables. La primera es que puedo ganar y la segunda que no debo confiarme lo más mínimo», afirma el ahora discípulo de Reinaldo Ross Chibas, bronce panamericano en Mar del Plata 1995, en -50 kg.
«Desde que el profe Reinaldo comenzó conmigo noté un cambio en la preparación. Hizo hincapié en las piernas y las fortalecí, pues una de mis rodillas estaba afectada. Profundizó en los estiramientos y la técnica. En fin, me pulió y salieron buenos resultados, aunque no estamos completamente satisfechos», confesó en presencia de “Piqui”, como llaman sus amigos a Ross.
«Comenzamos hace casi cuatro años y tuvo mucha paciencia. Me ayudó a perfeccionar la técnica que más empleo en los momentos difíciles, la Yop Chai, y también hizo que olvidara viejas lesiones. Juntos ganamos la plata en Lima. Sin embargo, estoy en deuda con él, con mi equipo y los seguidores, porque el boleto a Tokio se me escapó de entre las manos», reflexionó.
«Me confié en Costa Rica, en una pelea que ganaba por más de cinco puntos. El argentino Juan Samorano (-71 kg) me superó en la final (16-14) del torneo preolímpico disputado en la provincia de Heredia. Fue por tan solo mirar el reloj, en lo que llamaríamos un pestañazo», recordó.
«Ahora estoy a la espera de un wild card. Confío en que lo voy a conseguir», señaló quien acaricia muchos sueños, todos vinculados al deporte que le devolvió sentido a su existencia.
El Combinado Deportivo Pablo de la Torriente Brau, conocido como las canchas de 70, en Playa, sirve de cuartel general a la élite del parataekwondo cubano.
«Hasta allí llego casi a diario gracias a un amigo, pues Santiago de las Vegas queda bastante lejos. Para el regreso todo sirve», comentó antes de que un aromático café propiciara el traslado hacia el área en que se entrena en su hogar.
«Aquí está mi “cuartel” secreto. Con la ayuda de mi esposa me ejercito muchas veces», dijo en un espacio de azotea que pronto se convertirá en baño y cocina de su apartamento. «Todo esto lo he hecho poco a poco, soy albañil y ayudante a la vez», agregó.
Un área inferior a los cuatro metros cuadrados le sirve a Adrián para cumplir las rutinas indicadas por su entrenador, quien las chequea al detalle.
«Estoy en el puesto 24 del ranking, con 34 puntos. Antes aparecen el mexicano García, primero con 204,80 puntos, los estadounidenses Félix Sabates (9/71,19) y Michael Kacer (11/66,16), el costarricense Andrés Molina (14/ 53,20) y el brasileño Bruno Rodríguez (16/43,39)», detalló.
De esa lista solo García estará en la justa olímpica, pues las federaciones de los restantes han optado por asistir a Tokio con atletas de otras divisiones.
«Debo estar en los Juegos Olímpicos y allí la historia será distinta. Me preparo para pelear duro. Mi propósito es subir al podio», concluyó.
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