La Habana.- NINGÚN país de Latinoamérica, y pocos en el mundo, pueden presumir de la rica trayectoria escrita por Cuba en la era moderna de los Juegos Olímpicos, que este verano tendrá a París como sede de su edición número 33.

El idilio de la Isla con los títulos en esas citas comenzó bien temprano. Solo cuatro años después de que la idea del Barón Pierre de Coubertin se hiciera realidad en Atenas 1896, Ramón Fonst deslumbraría a todos en la capital francesa. Corría el año 1900 cuando el esgrimista habanero comenzó a tejer una extraordinaria carrera que sumó otras páginas doradas en San Luis 1904 y con el tiempo alcanzaría la categoría de leyenda.

Pero el aporte dorado fraguado desde su grandeza permaneció como excepción durante mucho tiempo, pues solo tras el triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro Ruz llegarían otros grandes hitos que impresionaron al mundo.

Así, a base de apoyo gubernamental, sacrificio e inteligencia, el pequeño archipiélago caribeño escaló a la altura de las grandes potencias deportivas, dígase naciones que ocupan espacio entre las más desarrolladas del planeta.

Si fue Enrique Figuerola el encargado de firmar la primera medalla del deporte revolucionario –plata en los 100 metros de Tokio 1964–, correspondió al boxeador Orlando Martínez aportar la corona inicial en la edición celebrada ocho años después en la ciudad alemana de Múnich.

La cosecha cubana en suelo germano se completó con los también púgiles Emilio Correa yTeófilo Stevenson, un grande que no pararía de desplegar su poderosa pegada hasta archivar otras dos fajas (Montreal 1976 y Moscú 1980), de las extraordinarias hazañas escritas por la Isla en esas lides.

Fue la figura más descollante de una escuela que acumula 41 títulos repartidos entre 28 de sus exponentes, incluido el también tres veces monarca Félix Savón, y otros varios poseedores de dos, como Julio César La Cruz y Arlen López, que en solo días buscarán ampliar sus cosechas en la Ciudad de la Luz.

Un cetro menos, pero ambos conseguidos en el mismo certamen, encumbraron en Montreal 1976 al legendario Alberto Juantorena, el único que hasta hoy ha conseguido los máximos honores en las carreras de 400 y 800 metros de una misma convocatoria.
Ilustres del calibre de Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Orisleidys Menéndez, Anier García,Yumisleidi Cumbá y Dayron Robles, por solo mencionar algunos, también han dotado de ribetes dorados la ruta del atletismo de Cuba en estas lides.

Sin embargo, por su trascendencia, ocupa un lugar especial aquel “jabalinazo” de María Caridad Colón en Moscú 1980, que además de llevarle al trono la convirtió en la primera campeona olímpica de Latinoamérica.

De gestas memorables igualmente está plagada la trayectoria de los gladiadores, aunque nadie se atrevería a discutir el papel de máximo referente del inmenso Mijaín López. Mucho menos cuando se sabe que llegará a París en busca de su quinta supremacía.

Si de constancia se trata, serían las judocas otro buen ejemplo de tradición ganadora para Cuba, moldeadas por el profesor Ronaldo Veitía. Bajo su égida coparon el centro del podio inolvidables como Odalis Revé, Driulis González, Legna Verdecia, Sibelis Veranes e Idalys Ortiz, otra icónica que intentará aumentar su palmarés en suelo galo.  

Grandes equipos de la Isla también han dejado su impronta en la historia olímpica, incluso marcando épocas, como hicieron en el voleibol los de las espectaculares Morenas del Caribe, que con mayor o menor dramatismo implantaron hegemonía en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000, antes de ocupar el tercer escaño en Atenas 2004.

Un legado quizás solo comparable con las coronaciones celebradas por los de beisbol en la Ciudad Condal, la capital de Georgia y Atenas 2004, complementadas con platas en Australia y Pekín 2008.

Cuba ha participado en 22 ediciones olímpicas y conquistado al menos un título en 13. En cinco de ellas ha aparecido entre los primeros diez puestos del medallero. Su cosecha más relevante la festejó en Barcelona 1992, con 14 cetros, válidos para una memorable quinta posición.

Las 84 preseas doradas que adornan su casillero se distribuyen en 11 deportes y le sitúan en el puesto 18 de ese escalafón, por delante de naciones desarrolladas como Canadá, Suiza, Noruega o España.

 * En San Luis 1904 el esgrimista Ramón Fonst intervino en la conquista de un tercer cetro, pero como parte de un equipo cubano-estadounidense, y el COI no adjudica ese título a Cuba.

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